Me encanta viajar, pero odio hacer el bolso.
Mi problema es que no puedo pensar anticipadamente qué me voy a querer poner.
No se si va a hacer frío, si lloverá, si hará calor...
Y siempre caigo en la misma trampa, pongo de todo, viajo re cargada y termino usando la mitad de las cosas que llevo.
Pero de un tiempo a esta parte estoy priorizando el viajar liviana.
Que lo priorice no quiere decir que lo logre, claro.
Consulté el pronóstico metereológico de Córdoba y entre algunas tormentas, la temperatura sigue alta...me llevo la malla!
Llevo una campera. Ya me pasó en un diciembre, subiendo el Cerro Colchiquí. Me cagué de frío, me mojé, y tenía una remerita mínima y un cangurito de mierda. Llegué a ponerme una toalla de mano de bufanda! Cero porciento glamour.
En fin, seguiré seleccionando ropa y manteniendo el optimismo: confío en que el micro sale a la hora indicada y llega a lo sumo con un par de horas de retraso y nada más.
Me despido entonces, hasta la vuelta!
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