27 de octubre de 2010

Transmigración

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.

Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.

Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.

¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!


Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...

Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.

Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.

Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.

¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...

¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?

Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.

Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?

Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.

- Oliverio Girondo

28 de septiembre de 2010

Impecabilidad

Qué es ser impecable?
Que cada acción se corresponda con tu corazón y con tus creencias.
Hacer cada cosa con autenticidad, sabiendo que estás dando lo mejor de vos en cada acción y que más allá de que el resultado sea o no el que esperamos, podemos seguir andando dignamente porque no hay satisfacción mayor que ser impecable.
Una no se levanta un lunes y dice ok, esta semana seré impecable y se desentiende del asunto, es un trabajo. Un trabajo de 24 hs.
Somos humanos, sentimos, sufrimos y nos equivocamos. Estamos vivos y fluimos todo el tiempo con nuestro entorno.
Nos vamos a dispersar un millón de veces ya sea por desatención, por alguna herida, por enojo, por pereza, por seguir a otros, o porque sí.
Pero cuando ya fuiste impecable te das cuenta cuando no lo estás siendo, o algo se te pasó por alto, o algo simplemente no está sonando afinado.
Y entonces el trabajito consiste en mirar unas páginas atrás y reconocer dónde comenzó a sonar rara esta melodía que venía siendo la tuya y ahora se convirtió en otra canción, o peor aún en un ruido sin sentido.
Y lo genial que tiene todo esto es que la revisión no solo te muestra dónde te equivocaste, sino que te abre nuevas perspectivas.
Dar unos pasos atrás no es retroceder, muchas veces es lo que te permite ver el panorama con mayor amplitud, con mayor detalle.
Algunas veces al re-leernos cambiamos de planes y cambiamos de opinión.
Y eso es ser más auténtico que seguir adelante a los tropezones a pesar de todo.
Porque si queremos avanzar en un terreno limpio y favorable, tenemos que ser impecables, tenemos que sentir dentro nuestro la certeza de que la verdad y la autenticidad nos respaldan.
De que lo que estamos dando es bueno, es real y nutre a nuestros iguales y a nuestro entorno.
Pero es como una danza, no es un camino lineal. Hay giros y desplazamientos varios y en nosotros está encontrar el ritmo y estar en sintonía con él.
Es una danza en la que no recibimos aplausos, y muchas veces cuanto más pulido y limpio está un espejo, a la gente no le gusta ver reflejada su imagen allí.
Pero no somos nadie para juzgar el baile del otro.
Solo nos toca ser impecables, poner lo mejor en cada paso, poner el corazón y cuidar nuestra propia impecabilidad, porque es fácil dejarse empujar, lo difícil y lo que requiere de toda tu entereza es saber pararte en tu propio lugar sin tener que empujar a nadie.

21 de septiembre de 2010

la ira te sienta bien

Dió un largo suspiro.
De pronto la cara se le encendió en un rojo intenso y con los ojos llorosos dijo:
"No necesito que me sigan usando como un chicle, me mastiquen, me quiten todo el sabor y luego me escupan o me peguen en un rincón oculto."
Y tenía mucha razón.
Porque a veces la gente consume gente como si fueran golosinas de colorido envoltorio y dulzura reconfortante.
Y tal como ocurre con un snack lo que buscan es la satisfacción inmediata y furtiva.
Nada más.
Se levantó de la silla y salió por la puerta ante la mirada atónita de los demás.
Nadie la había visto así, furiosa. Nunca.
Dió un portazo y se fue.
Caminó y caminó ardiendo, la furia la había llenado de vigor.
Nunca se había sentido así. Entendió que la ira contenida había sido mucha y durante mucho tiempo y ahora la sentía toda junta.
Casi como que no le cabía en el cuerpo.
Pero se sintió bien con su ira.
Recordó algo que había leído alguna vez del poder transformador del fuego.
Y ella era puro fuego ahí mismo!!!
Quién diría? Si hasta se había olvidado su saquito de hilo que tan prolijamente colgaba en el perchero.
A la mierda con el saquito. A la mierda con todos.
Ya estaba cansada de estar siempre disponible para los demás y ver cómo la pisoteaban una y otra vez. Como si su tiempo no tuviera el mismo valor que el de ellos.
Si el día de hoy tuviera un título para ella sería un "basta" del tamaño de una marquesina teatral.
Se vió en el reflejo de una vidriera y se detuvo, estaba sonriente, despeinada, acalorada y agitada.
Casi no se reconoció. Y lo que vió le gustó.
Se vió viva, entera y con una energía que la hacía verse mucho más atractiva.
Se sintió sexy y se rió de sí misma por lo absurdo que le resultaba sentir todas estas nuevas sensaciones.
Compró un agua mineral en un kiosco y paseó, se detuvo a mirar vidrieras y entró a locales a los que jamás hubiese entrado.
Eran las ocho de la noche cuando le sonó el celular dentro de la cartera.
Pero tenía las manos ocupadas por bolsas de ropa nueva, accesorios, zapatos y hasta ese perfume que siempre pensó era demasiado caro. Lo dejó sonar.
Porque ahora tenía otras prioridades.
Ella era su nueva prioridad.

5 de septiembre de 2010

Madre Sol

Años de terapia y un esfuerzo constante para superarse a sí mismo.
Un negocio propio, una carrera universitaria completa y una personalidad que le gustaba.
Una buena vida,los mejores amigos del mundo, una buena presencia.
Pero cuando una bella mujer lo conmovía, todo se venía abajo.
Qué poder acarrean estas mujeres en sus caderas y en sus pieles, en sus labios y en sus curvas que lo hacían sentir tan idiota, cuando alguna de ellas lograba seducirlo o conmoverlo?
Le preocuba sentirse tan mal cuando se enamoraba, pero le resultaba imposible no fragmentarse en mil pedazos, sentirse inseguro y cuestionar secretamente hasta la más fuerte de sus convicciones.
Si el amor era eso, sin dudas le esperaba un destino de tormentos.
Se recostó en el pasto y el sol lo envolvió en una calidez que lo hizo sonreir.
No era un tipo espiritual ni religioso, por lo que cuando alguien preguntaba, se decía ateo. Pero sabía que había algo más grande, una energía o deidad allá...sólo que no sabía explicarlo con sus propios términos y las definiciones que había escuchado jamás le resultaron convincentes ni seductoras.
Pero en ese momento, esa calidez que lo envolvía lo hacía sentir por momentos como un bebé.
Y pensó que de haber un dios, tendría la calidez de una madre.
Una madre sin cuerpo ni imagen, pero con una calidez que lograba hacerlo sentirse un bebé, durmiendo plácidamente contra su pecho.
Una sensación de angustia le oprimió la garganta.
Sintió una profunda envidia por quien pueda recostarse sobre un pecho femenino y confiar, relajarse y entregarse sin temor a desintegrar su hombría, sin temor a perder el control, sin temor.
Quizás por eso había sido tan cruel en algunas ocasiones, tan frío en otras y definitavemente tan cuestionado y criticado por todas las mujeres con las que se relacionó en su vida.
Pero ese sol tan tibio, ese abrazo maternal y a la vez amigo, era tan suave y tan femenino.
Se dejó llevar por la placidez y se sintió acompañado, como si alguien le tomara la mano y le dijera que todo estaba bien. Que podía confiar. Que estaba a salvo. Que no había nada que temer.
El sol estaba ahora en su pecho, era como si irradiara desde allí, se sintió crecer salirse de su propio cuerpo.
Era él y era todo, era árbol y era cielo.
Cómo podía tener la sensación de abarcar todo el parque y sentirse más centrado que nunca?
Dónde estaba su ser, su eje, su mente, su ego?
Seguía flotando en la más increíble sensación de completitud que hubiera sentido en su vida cuando supo que apartir de ese momento, él había cambiado.
Algo lo había transformado.
Y si no llegara a ser así, el solo recuerdo de ese momento en el parque le recordaría que era posible.
Que era posible entregarse y confiar.
Y que no recordaba sensación más bella, porque era como perderse y no sentir ninguna falta, sino más bien era como integrarse a algo a lo que siempre había pertenecido.

26 de agosto de 2010

Demasiado lejos

Llegó a su departamento y se desplomó en su sillón favorito. Se apresuró a encender la tele, casi invocando que aquel artefacto lo proteja. Sus imágenes y sus sonidos funcionaban como amuleto que lo hacía sentir a salvo.
A salvo de su silencio o a salvo de sus propios pensamientos?
Desde hace unas semanas, no podría decir cuántas, un sentimiento de derrota lo persigue.
Una y otra vez repasa su vida y "está todo ok".
Miles de hombres jóvenes desearían tener su trabajo, ganar su sueldo, tener su apariencia, su inteligencia, vivir en ese departamento moderno...y así se pasaba enumerando las cosas que en su vida estaban "todo ok".
Pero se sentía amargado y le costó reconocer que se sentía terriblemente solo.
Un amigo venía insistiendo con juntarse a tomar unas cervezas en un bar cerca del trabajo, invitación a la cual se había negado inventando excusas vanas.
Quizás esta vez debería ir , se dijo.


Se sentó en la cama y se miró los pies abrigados por medias rayadas multicolores.
Se dio cuenta que no se bañaba desde hace tres días. Sin embargo su pijama rosa seguía siendo el lugar más seguro del mundo y no quería salir de ahí.
Fue una maratón de series, películas en blanco en negro e internet los que la acompañaron. Y se sentía a gusto enrollada en el edredón comiendo galletitas dulces en la cama, llorando con ruido con una escena romántica y riendo a carcajadas con una comedia.
Sabía que no podía seguir un día más así, había eludido todas las responsbilidades pero esa no era su mayor prisa. Según sus propias teorías más de tres días es depresión. Así que se obligó a meterse a la ducha, producirse, planchita, maquillaje y a cumplir con esa reunión de chicas con la que tanto venían insistiendo sus amigas.

El bar estaba lleno de gente que hablaba y bebía con gestos pensados.
Él estaba con dos amigos en una punta de la barra, Ella en una mesa con cuatro amigas más.

Aturdida por el cotorreo de sus amigas sonreía y asentía, fingía.
Extrañaba las pantuflas, el pijama y su cama. Alguien la miraba desde la barra y una amiga se lo hizo notar: "Che, mirá ese bombón de ojos claros, te mira!"
Después de dudar que la estuviera viendo a ella se dio cuenta que era cierto y se sintió alagada. Sonrió y siguió fingiendo escuchar lo que sus amigas contaban.

Pasadas las cuatro rondas de cerveza y ya sin más tema de conversación, una linda chica sentada en una mesa,le llamó la atención.
Por primera vez en la noche veía a alguien de su propio planeta, pensó. Aunque después no supiera cómo sostener esa idea, le gustó. La veía incómoda y era evidente que no quería estar allí. Igual que él.
Fantaseó un rato con acercarse a hablarle, pero qué le diría? Tomarían algo, la llevaría a su departamento, tendrían sexo? Se sentía un pelotudo, porque lo más probable es que ella lo ignorara y haría el ridículo delante de todas esas minas.

Ella seguía fingiendo escuchar mientras dejaba volar su imaginación. El de ojos claros que la miraba, la veía bonita? Qué ve en mí que le llama la atención? Y se imaginaba conversando con él, probablemente yéndose juntos, teniendo sexo y durmiendo juntos. Uy y la mañana siguiente? Cómo sería? Horrible seguramente, despertando con resaca y el tipo que se quiere escapar. Y otra vez sintiéndose rechazada por alguien a quién realmente no conocía y ni siquiera le importaba.
Pero esa sensación de sentirse descartada, rompía su corazón una y mil veces de solo pensarlo, la dejaba hecha bolita en el rincón más oculto de su cama, con su pijama rosa y sin bañarse por ...mil años?

Terminó el happy hour, uno de sus amigos se ofreció a alcanzarlo en el auto. Cuando salía vio que la chica se estaba poniendo el tapado y colgando su cartera en el hombro. Se corrió el pelo de la cara y saludó con la mano al resto de las chicas mientras se acercaba a la puerta.
La vió pasar por al lado suyo y pensó en decirle "chau" aunque sea, pero no lo hizo.
Se bajó del auto de su amigo, subió a su departamento y se apresuró una vez más a encender la tele y la computadora. Se sentía horriblemente. Se sentía demasiado lejos de todos ya. Como si de aquello no hubiera retorno.

Dejó el tapado y la cartera en la mesa, se sacó los zapatos y mientras iba a la habitación se iba sacando el difraz, la máscara que la había convertido en una tarada más durante unas horas. Protestó por lo inútil de tanto gasto de arreglo y desplazamiento para volver sintiendose tan...vacía.
Esa palabra la dejó sentada en el borde la cama mirandose los pies. Vacía.
Vacía, sola y lejos de todos. Y lloró. Se secó las lágrimas en un esfuerzo por recomponerse, pero fue en el espejo del baño que vió su reflejo y rompió en un llanto primal, como un recién nacido que llora con todo el cuerpo y con todo el ser.
Acurrucada en el piso supo que ya estaba demasiado lejos de todos. Demasiado lejos, demasiado sumergida en su propia vacuidad.

29 de junio de 2010

La Carlitos

Hace más de veinte años, cuando llegué a este barrio lo primero que me llamó la atención fue un tipo grandote, panzón de más de 1,80 m, barbudo y desalineado que paseaba todas las tardes a su perra ovejera alemán.Su presencia se imponía y hasta daba un poquito de miedo.
Un día pasé por al lado suyo y con una voz afeminada y melodiosa me saludó dandome la bienvenida al barrio y ofreciendo sus servicios como profesor de ballet,instructor de streching, masajista y enfermero.
La Carlitos resultó ser una diva en un cuerpo de matón.
Siempre estaba en la puerta de su casa o charlando con alguna vecina.
Siempre amoroso con los animalitos del barrio, gatitas que tenían cría, perritos abandonados, él siempre sabía dónde, cuándo y cómo.
Cada vez que me veía venir caminando por Alberti, faltando unos diez metros para pasar a su lado me decía:" Aaayyy ahí vieeene mi amiiiigaaa ja ja.." y siempre me detenía un ratito a charlar con él.
Me contaba sus anécdotas, me preguntaba siempre en qué andaba y hasta me ha sorprendido con un paso de ballet e instrucciones para elongar correctamente.
Siempre allí, con su joggin y sus remeras descoloridas, pero siempre perfumado y coqueto a su modo.
En tantos años se convirtió en el anfitrión de la esquina, en el compinche del chisme y en el guardián que me ha acompañado hasta la puerta de casa alguna noche volviendo tarde de trabajar.
Hoy me enteré que Carlitos murió el sábado.
Lo vieron ir a comprar cigarrillos y conversar con una amiga como siempre.
Luego de una hora su teléfono sonaba y nadie atendida.
Su vecina lo fue a buscar y lo encontró en el piso, azulado y ya muerto.
Mi vecino la Carlitos se murió y no me pude despedir.
No pude decirle cuánto apreciaba sus charlas, sus saludos exagerados y sus mohines de diva.
Y cuánto voy a extrañar esas risas. Y su sola presencia en la esquina.
Que Ella te muestre el camino. Y que danzando tu alma la siga, envuelta en risas y en puro amor.
Adiós Carlitos lindo, buen viaje.

21 de junio de 2010

qué ves cuando me ves?

Una y otra vez.
Repetimos la historia.
Vos proyectás en mí la mujer que no soy.
Yo proyecto en vos el hombre que no sos.
Cada vez que nos encontramos vos esperás encontrar aquella incondicional amiga amante con la cual reir y divagar, la que lamía tus heridas y parecía no necesitar nada y podía darlo todo.
Y cada vez que te encuentro espero ver a ese bello hombre atormentado, ese corazón envuelto en espinas tratando de abrirse paso y que sólo necesita alguien como yo, que te conoce en profundidad.
Claro que por algún loco mecanismo de nuestras mentes, sólo recordamos la primer foto que tomamos el uno del otro allá hace tiempo.
Ni yo soy esa foto que sacaste. Ni vos sos esa foto que tomé de vos aquella tarde.
Darnos cuenta de quienes éramos nos tomó tiempo, distanciamientos, discusiones, llantos...enojos.
Porque yo todavía no estaba segura de quién era yo. Si esa chica en esa foto tuya...o alguien tratando de ser esa foto...o alguien más, probablemente muy distinta a todo eso.
Y porque vos probablemente tampoco sabías muy bien quién eras, quién querías que los demás creyeran que eras...y si yo estaba entre todo eso.
Así tomamos distancia, nos alejamos. Nos hartamos de nosotros mismos, o de esos que se suponía éramos para el otro.
Y nos olvidamos...hasta que algún día nos recordábamos y nos llamábamos para vernos otra vez.
Y todo comenzaba desde cero. Con aquella primera impresión. Aquella primera imagen, esa primera idea del otro.
Cuántas veces y con cuánta gente te pasó algo así?
Acaso somos capaces de asegurar que amamos u odiamos , extrañamos o deseamos a alguien sabiendo a quién estamos añorando?
O es que nos pueden cambiar el muñeco y ni siquiera nos damos cuenta?
Proyecciones.
Como ver diapositivas de antiguas vacaciones una y otra vez sobre un lienzo y nunca ver el lienzo. No querer o no saber.
Y a la vez...qué ves cuando me ves? Me ves a mí?
Qué parte de mí ves? Ves mis nudos o mis lazos? Mis colores o mis grises?
Por momentos pareciera que la gente ya no quiere tomarse tiempo para ver el lienzo detrás de la proyección.
Probablemente porque eso nos recuerda que nosotros también somos un lienzo sobre el que se proyectan toda clase de ideas e imágenes. Desde el afuera...y desde nosotros hacia nosotros mismos.
Ya no queda opción, si quiero ver más allá tengo que ver más acá.
Y supongo que eso es lo que más asusta.
Por eso no juego más.
Porque me tomé mi tiempo para verme y dado el caso de encontrarme con un otro tengo ganas de ver a un igual.
A alguien que se anime a verse y a verme.
Pero si quiero proyecciones, me voy al cine.
Nada más lindo que una tarde de pelis =)

11 de febrero de 2010

Lo aburrido de los grises

Y qué me decís acerca de cuando te das cuenta que algo que te entusiasmaba y te despertaba interés, de pronto ya no luce tan interesante?
No lo llamaría decepción ni desilusión porque no llega a ser eso, no hay una sensación dolorosa ni de pérdida. Sólo que te preguntás si te sigue interesando, o si estabas realmente interesada...o será que al conocer un poco más ese terreno lo encontramos llano, o sin magia..?

...habrá tenido magia alguna vez y la perdió o nunca la tuvo?


Es un gris, pero no ese gris que proviene de la alquimia de equilibrar los claros y oscuros en la medida justa. Un gris ya planteado como gris. Como plano. Como cero onda. Como "acá no hay color". Como acá no hay matiz, no hay brillo...
Tampoco ese gris que hace de base para que los colores se destaquen, que hace la función de contraste, de sostén.
No.
Solamente gris.
Qué embole...no?

meh :/ tampoco tanto...just grey.



22 de enero de 2010

Las vueltas de la vida

Qué me iba a imaginar yo este encuentro?
Qué me iba a imaginar ahora este desencuentro?

Qué de vueltas tiene la vida y cuántas vueltas tengo yo...!

Estoy surfeando para que la niña abandonada que se despertó después de un largo letargo no salga a chillar.
Es que salir del freezer tiene esos riesgos, apenas el corazón comienza a entibiarse se vuelve blando...y también vulnerable.
Me recuerdo a mí misma que estoy mucho más cerca de los 40 que de los 5 y trato de convencerme que todo está bien.
No soy una niña y no estoy siendo abandonada.
Es sólo el vértigo, el miedo, el entusiasmo...?
O será que las mujeres cuando de amores se trata siempre nos volvemos niñas?
Me acordé de esa frase que le decía Julia Roberts a Hugh Grant en Notting Hill "Soy solo una chica, pidiéndole a un chico que la ame".
Y así proyectamos en el galán todas las respuestas anteriores, los desplantes, abandonos y expectativas...uy...no será mucho?


Así que se aprende a surfear entre estas inmensas olas emocionales.
Y aprender no te exime de quedar patas para arriba de vez en cuando con un chichón en la cabeza, no?


Pero la niña herida adentro me grita...y no quiero escucharla.
Porque sé que cada vez que escucho ese grito, todo se derrumba.
Y esta vez, te juro por mi alma quiero que salga todo bien.
Quiero mi comienzo feliz, quiero mi durante feliz y después de mucho disfrute recién ahí...voy a querer mi final feliz.

Acaso está mal?
Acaso es muy loco?
Acaso no me lo merezco?

Acaso no estaré exagerando?? Ah, si...me acordé que tiendo a exagerar en estas situaciones.