"Cuando Evans-Pritchard terminaba de entrevistar a sus informantes acerca de sus creencias religiosas, les preguntaba cortésmente si les gustaría preguntarle algo acerca de las suyas.
Uno de ellos le preguntó tímidamente sobre la divinidad que llevaba en su muñeca, a la que consultaba cada vez que parecía tomar una decisión importante.
A Evans-Pritchard, católico devoto, le sorprendió lo difícil que le resultó explicar a sus interlocutores que su reloj de pulsera no era una deidad tanto como la pregunta misma que le formularon."
Del libro Actos de Significado de Jerome Bruner.
Cuando leí esto me quedé pensando. Cómo se habrá sentido en realidad este antropólogo?
La tribu que estaba estudiando los Pulluwat, nativos de las islas Marshall, se caracterizaban por ser unos expertos navegantes en unas balsas rudimentarias, podían leer el mar mediante plantas flotantes, el uso de las estrellas y surcarlo en condiciones extremas.
Tanta comunión con la naturaleza da una sabiduría extrema.
Lo habrá notado Evans-Pritchard?
Se habrá puesto a pensar en si para él el tiempo era un dios?
Si dejaba que el tiempo gobernara, limitara o condicionara su vida?
O si el tiempo para él representaba sabiduría, consciencia, guía...?
Qué será el tiempo para Evans-Pritchard, podría preguntarse un Pulluwat y por qué le importa tanto?
2 comentarios:
Julio Cortazar escribió "Piensa en esto:cuando te relagan un reloj te regalan un pequeño infierno florido,una cadena de rosas,un calabozo de aire....te regalan la necesidad de darle cuerda todos los dias...no te regalan un reloj,tú eres el regalado..."
Super interesante!
Más de una vez tuve la sensación de que el reloj es una suerte de esposa/grillete.
No sé cómo se llaman esas cadenas con una pesada bola en el extremo, las que aparecen en las películas norteamericanas, adosadas a los tobillos de prisioneros de trajes a rayas o de desfallecientes esclavos bajo el sol en las plantaciones(sí, vi muchas películas). Bueno...el reloj me da esa sensación, como si todos arrastráramos esa cadena con esa bola por las calles, cada cual con la suya. No se ven, pero están ahí.
Mariela
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