Una chica preguntaba por ahí si la queja era el nuevo deporte nacional de los argentinos.
Mmmmm...sí.
Con cuánta gente te cruzaste últimamente que no se haya quejado?
Cuántas veces estuvo tu cabeza a punto de explotar con tanta queja y mala onda en el ambiente?
Claramente los argentinos llegamos a un punto de saturación tal en el que no hacemos otra cosa que vaciar nuestro tanquecito de frustración en algún pobre desprevenido que prestó la oreja.
Claro, le llenamos a él el tanquecito con nuestra descarga, pero el nuestro no se vació, se alivianó por un ratito,pero no se vació.
Asi que ahora somos dos los que están a punto de desbordar.
Horrible.
Cómo paramos esto?
Por algo se empieza.
Ayer subí al colectivo y el chofer estaba todo colorado, parecía estar al borde de un ataque de presión, refunfuñaba porque una mujer estaba desde antes que subiéramos nosotros dando vueltas con las monedas en la máquina porque o no tenía, o no se las tomaba.
Lo miro y me dice:"Desde la avenida Corrientes que está esta pesada jodiendo" (estabamos a la altura de Independencia)
Me dio pena, le sonreí y le dije inspirando profundo; "Respire, respire..."
El hombre tomó una bocanada de aire y sonrió, me comentó lo difícil que era mantener la calma o el humor, porque todo era una locura a su alrededor.
Y le creí, era así. El tránsito, la gente, todo parecía a punto de estallar.
Pero esas breves palabras y el poder compartir un segundo le sirvió para descomprimir.
Dónde estaba la diferencia?
La diferencia estaba en que no nos enganchamos en la queja, si no más bien en el remedio, en soltar un poco, en respirar, en reconocer que estamos en el medio de la locura, pero precisamente por eso hay que respirar y tomarse las cosas con clama.
No es tiempo para andar vehementes. No es tiempo para hacer catarsis en cualquier lado.
La catarsis es maravillosa, pero en un lugar seguro.
Te encerrás en tu cuarto, ponés música fuerte, agarrás un almohadón y le pegas con todas tus fuerzas al grito de "Baaaassssstaaaaaa!!!!!" unas cuantas veces y listo.
Descargaste y no le hiciste daño a nadie (el almohadón lo resiste)
Pero si la descarga es al ambiente o a alguna otra persona, nos convertimos en malvados agresores, contaminadores, seres detestables.
Me gustaría lanzar una campaña con esto, como la semana de la dulzura o algo así.
No digo eso de andar tirando buena onda pelotuda, porque no hay nada peor que cuando estás medio caliente te venga uno y te diga alguna frase hippie con una sonrisa de oreja a oreja...tampoco la pavada.
Pero por lo menos que desde cada uno tomemos consciencia de que este clima lo generamos nosotros y que si lo que aportamos es paciencia, calma y no nos enganchamos con la queja ya estamos aportando mucho.
Estamos en un tiempo de ebullición, todo va más rápido, intenso, parecemos autitos chocadores.
Hay que bajar unos cuantos cambios y ser conscientes de que es una realidad, pero que también se puede modificar.
Respiremos profuuundooo...aaahhhhh....relajemosssss
2 comentarios:
Muy pocas veces me quejo, generalmente nunca. Así me gano que todo el mundo me diga: pero en qué mundo vivis? Ufs.
si la verdad es que la gente anda muy nerviosa y se la agarra con cualquiera!!!
muy buena nota
saludos
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