Miró la hora, eran las cinco de la mañana.
En solo dos horas su marido y los chicos se estarían levantando para ir al trabajo y al colegio respectivamente.
Eso la enojó. La enojaba que todo tuviera que ser así, todos los días de su vida.
Siempre lo mismo, a las corridas y medio dormida cumpliendo con el rol de madre y esposa. Y nadie se detenía a decirle ni siquiera un simple "gracias".
Al contrario, quejas, quejas, quejas.
Su marido que dice que no hace nada en todo el día, sus hijos que cada vez quieren más de ella.
Los lleva a fútbol, los va a buscar, les hace los deberes, con sus propias manos les hace los souvenirs para sus cumpleaños, vive para ellos.
Que le guste tener un espacio donde ella solo sea Sleepless in Baires era lo menos que podía darse.
Un lugar donde no sea una madre de dos hijos varones ni una esposa ignorada por su marido, ni una amante dejada a un costada como hizo Raúl.
Raúl...no la llamó más. Él era su oxígeno, su ilusión, unas horas cada tanto que la devolvían a la vida.
Y los mensajitos de texto, las llamadas, los mails con tanto amor , con tantas palabras que la encendían al tipearlas.
Le enviaba cerca de cinco a diez mensajitos por día, él solo respondía algunos, porque estaba ocupado en su trabajo o porque en ocasiones estuviera la bruja de su mujer cerca...pero ella sabía que era adorada por ese hombre tan sexy y buenmozo.
Lo sabía o lo creía?
Tuvieron una discusión horas antes de que ella se fuera de vacaciones a San Bernardo este año.
Era la única oportunidad que tenían de verse y la ansiedad a ella le jugó una mala pasada. Quizo adelantar la hora a último momento para poder tener un poco más de él.
Él respondió que ya estaba acordado que fuera a las nueve, antes no podía.
Ella le dijo "si te importo vas a hacer lo imposible y vas a venir". A él no le cayó bien esa salida inmadura, ambos tenían responsabilidades, no son dos adolescentes escapándose de sus padres.
Ella insistió, mandando un mensaje por minuto que iban subiendo el tono de queja y agresión.Él no respondió nunca más.
Y ella todavía se pregunta por qué, si la pasaban tan pero tan bien juntos.
Si eran el uno para el otro.
Si ese era el amor de su vida.
Sleepless in Baires no se da cuenta que su hambre es agresivo.
Que su desesperación causa miedo o rechazo.
Sleepless in Baires cree que amar es consumir al otro hasta la última gota.
3 comentarios:
Cuando las cosas son a escondidas, es lógico que siempre uno quiera más que el otro. Pobre, Sleepless. Desde aqui, un abrazo con masajes en la espalda para ella. =)
No te apresures querido Chris...Sleepless es más peligrosa de lo que parece hasta ahora, ya te irás enterando.
mmm... me recuerda a tu ascendente actual...
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