El aprendizaje de nuestras propias experiencias es tan difícil de medir como el tiempo que duran ciertos ciclos a los que nos subimos y bajamos.
Al menos a mí me resulta dificilísimo asociar tiempos, fechas y datos a circunstancias vividas.
Por ejemplo responder rápidamente qué estaba haciendo en noviembre de determinado año.
Hay momentos de la vida en los que pasaron demasiadas cosas en un lapso corto de tiempo.
Fue quizás un solo año que fue vivido como dos o tres o más!
Y en otros casos (de mi vida, claro) años que han transcurrido y escurrido como agua entre las manos, sin dejar nada.
O al menos eso sentimos hasta que la alarma de "esto no es la primera vez que me pasa" nos lleva a reflexionar sobre algún temita en particular.
Uff estoy re gorda, nunca estuve taaan gorda *alarma* "Ahh sí...cuándo fue que aumenté tanto de peso? Y que me había pasado? Cómo pintaba el panorama? Y ahora?"
Hoy descubrí un patrón de repetición importante relacionado a los finales, renuncias y abandonos de emprendimientos, por así decirlo.
Cuanto tiempo le lleva a la mente tomar la decisión que hace rato ya tomó el corazón.
O el alma. O la Psique. O como sea que llamemos a esa parte superior de nosotros mismos.
Esa parte que sabe, intuye, huele y lee los ambientes y circunstancias que nos rodean antes de que nuestro ser racional se haga cargo.
Y si de algo puedo vanagloriarme (?) es de que la intuición es "lo mío".
Sin embargo luché, pataleé, manoteé, me ahogué en un mar de tormentos y me agoté.
Todo esto hasta reconocer que mi Yo Superior (o Alma, Psique o whatever) ya había tomado una decisión.
Y que esta vez, no podía fallarle.
Cuántas veces desoiste su llamado? Cuántas veces nos estrellamos contra una pared para terminar diciendo: "Pucha, si yo sabíaaa...yo sabíaaaa".
Sí, yo sabía, pero no me jugaba. Yo sabía pero no escuchaba a la parte más inteligente y asombrosa de mí mismo/a.
Yo sabía pero tenía miedo? Yo sabía...pero y "el afuera"? el dinero, las cuentas, los otros, blah blah?
Cuando me dí cuenta, me solté.
Dije ok, se terminó. Y la calma me innundó. Aún no he tomado ninguna acción externa, pero el stop ya sucedió. Ya renuncié. Ya dije basta. Ya lo declaré muerto. "Hora de muerte: 20.15 hs"
Y comencé a sentirme íntegra una vez más.
Digna.
Porque no todo se mide en dinero ni status.
Porque cuando una se sabe digna y valiosa, no merece ser tratada como basura corriente.
Cuando una tiene 40 años llevados con jovialidad, sonrisa y gracia, no merece el maltrato de pendejas que aún no saben ni quiénes son.
Y no es nada en contra de estas criaturas...yo también tuve veintipico y creí que con arrogancia y desprecio podía comerme el mundo, aunque por dentro temblaba y sufría por no saber quién mierda era y cómo parecer mejor de lo que me sentía.
Cuando alrededor tuyo demasiadas personas se equivocan y demasiadas cosas están mal, no es el entorno. Sos vos.Estás en el lugar equivocado. Y es hora de irse.
Y de dejar que cada uno de los que allí están hagan sus procesos, hagan su camino, se equivoquen, aprendan, maduren o se caguen la vida.
Esta señora se retira, sabiéndose lista para algo más acorde a la experiencia vivida, a la sensibilidad y a la entrega a la que me gusta rendirme.
"Margaritas a los chanchos" siempre fue una frase que me gustó.
Adoro a los chanchitos, asi que nada de despectivo hay en la frase. Pero pedirle peras al olmo y darle margaritas a los chanchos no culpa al árbol ni al animal.
Sino al humano, que por su condición, se equivoca. Pero aprende.
Crece. Evoluciona. Y tiene los ovarios o cojones para mirarse y reconocer en sí mismo estos patrones de caer varias veces en la misma trampa y elegir esta vez, salirse a tiempo.
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