Hoy mientras una madre con su bebé de unos 8 meses dudaba si pedirse un latte o un caramel machiatto, casi hipnotizada con mano en la barbilla y la vista pegada a la lista de bebidas, su bebé hacía lo mismo conmigo.
Me miraba con los ojos abiertos y carita de asombro. Entonces yo también lo miré.
Me colgué mirándolo y él a mí.
Me colgué pensando qué hermoso era, qué expresión tenía en su cara, qué le llamaría tanto la atención de mí.
Así estuvimos los dos mirándonos sin intercambiar sonrisitas ni monigoteadas, no. Sólo nos mirábamos como quien se siente totalmente impune por mirar a alguien.Cómodos.
Su madre era tan indecisa que nos dio tiempo suficiente para observarnos.
Es interesante ver ese momento de un niño, cuando está observando a alguien de esa forma.
Aparentemente descubrió en mí algo que no había visto antes o quizás le llamaba la atención encontrar alguna semejanza con alguien que ya conocía?
Él podría estar preguntándose lo mismo...por qué me mirará así esta mujer? Acaso estaba a la espera de las reacciones típicas, voces raras y gesticulaciones exageradas? Algo diferente había en este contacto que estábamos teniendo.
El bebé era precioso, grandote perfecto, rubio con unos ojos azules enormes que no se despegaban de mi cara. De esos bebés que uno no deja pasar sin hacer un comentario de "qué bonito" con alguna inflexión en la voz.
No sé cuanto tiempo pasó, pareció un montón. Y a la vez no quería que se terminara, estaba bueno esto de poder observarse con un otro sin más que eso.
Y la madre al fin se decidió, hizo su pedido y yo me vi obligada a salir del trance.
Él seguía mirándome sin pestañar, pero al verme hablando se movió, se acomodó en su carrito y ahí no resistí. Le sonreí.
Me sonrió y cerró los ojitos un instante, con un gesto tierno. Tan lindo.
La madre se percató y se inclinó hacia él diciéndole: "hooola decile...hoooolaaaa" "hacele chau con la manito, mostrale como hacés chau"
Callate tarada, no ves que estamos teniendo un intercambio a otro nivel acá? No ves que nos estamos comunicando?
No, ella no entendía. Y mientras seguía con sus pedidos de monerías nos dimos la última sonrisa de amor y ternura más linda. Me dieron ganas de llevármelo de los brazos de esa inepta que no puede ni pedir una bebida!
En fin, mi amiguito fue conducido en su carrito hacia las mesas y se escucha un chirrido, un grito tan agudo y potente que era imposible pensar que semejante berrinche pudiera salir de ese lago calmo y profundo que era hasta recién.Cuánto alboroto y cuanto volumen podían salir de un cuerpecito tan pequeño?
Un sinfin de gritos, llantos, quejas, pataleos y demás sonidos de altos decibles que mataron toda la magia y ternura de nuestro encuentro.
Qué suerte, porque en un instante se había atravesado en mi mente el fugaz deseo de tener un bebé.
Gracias amiguito, con tus gritos le diste una buena patada en el culo a mi reloj biológico, con suficiente power como para que no haga tic tac por un rato largo.
31 de agosto de 2011
27 de febrero de 2011
Hay algunas noches en las que quiero morir.
No morir realmente... sino ser la muerte misma, la angustia y la agonía que representan la muerte.
La muerte de las ilusiones y los anhelos, la pérdida de la esperanza.
Ser por un rato la representación del abatimiento mismo. De la derrota.
Ser el fondo de la botella.
Ser un blister vacío de pastillas.
Ser todo eso que nadie quiere ser.
No ser.
Pero por un rato. Para después seguir siendo.
Imagino que esa sensación es con la que se regodea el que intenta una y otra vez suicidarse, midiendo el corte, la cantidad de veneno o calculando el tiempo exacto para ser encontrado y salvado...
No es querer morirse. Es querer o necesitar "casi morirse".
Una alarma que le advierta al mundo lo que se pierde por idiota.
Por no habernos consentido, por no habernos concedido aquello que le reclamamos.
Un acto de divismo, patético y triste.
Ridículo, absurdo... inevitable.
Mientras el Universo sigue su danza y nos mira ser un Bukowski de preescolar.
Y se caga de risa. Y me contagia la risa.
Y ya no me importa la agonía, ni la muerte ni la derrota.
Me importa la risa!
No morir realmente... sino ser la muerte misma, la angustia y la agonía que representan la muerte.
La muerte de las ilusiones y los anhelos, la pérdida de la esperanza.
Ser por un rato la representación del abatimiento mismo. De la derrota.
Ser el fondo de la botella.
Ser un blister vacío de pastillas.
Ser todo eso que nadie quiere ser.
No ser.
Pero por un rato. Para después seguir siendo.
Imagino que esa sensación es con la que se regodea el que intenta una y otra vez suicidarse, midiendo el corte, la cantidad de veneno o calculando el tiempo exacto para ser encontrado y salvado...
No es querer morirse. Es querer o necesitar "casi morirse".
Una alarma que le advierta al mundo lo que se pierde por idiota.
Por no habernos consentido, por no habernos concedido aquello que le reclamamos.
Un acto de divismo, patético y triste.
Ridículo, absurdo... inevitable.
Mientras el Universo sigue su danza y nos mira ser un Bukowski de preescolar.
Y se caga de risa. Y me contagia la risa.
Y ya no me importa la agonía, ni la muerte ni la derrota.
Me importa la risa!
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